En un estudio realizado por la Universidad de Nueva York se observó que tanto niños como niñas de seis años, cuando debían buscar personas muy brillantes, respondían con personajes masculinos en la mayoría de casos. Los niños de cinco años, sin embargo, asociaban la inteligencia con su propio género en ambos casos. Estas respuestas se mantenían de forma constante independientemente del nivel socioeconómico o la raza.
Al preguntar a los niños quién obtendría mejores notas en la escuela, las niñas asociaban las buenas notas con su género, pero no gracias a la inteligencia.
Finalmente, al proponer a los niños un juego de mesa para niños muy, muy listos, los investigadores descubrieron que pocas niñas se unían. Por el contrario, al plantear un juego de mesa para los que se esfuerzan mucho, mucho, el número de niños y niñas interesados era similar.
Según palabras de los investigadores, en realidad los niños son el reflejo de su sociedad y ésta sigue asociando las posiciones de poder, habilidad y brillantez con el género masculino. Estas concepciones, asumidas desde tan tierna infancia condicionan la autoestima y elecciones de las niñas y serían una de las razones por las que hay pocas mujeres que opten por carreras técnicas como las matemáticas o las ingenierías.
En otro estudio llevado a cabo en la Universidad de Standford demostraron que las mujeres realizaban peor un examen difícil de matemáticas cuando se les indica que existían diferencias de género en los resultados. Si no se proporcionaba esta información, los resultados eran similares.
En un paso más, descubrieron que bastaba con incluir una casilla para marcar el género, sin proporcionar ninguna información, para que las mujeres empeorasen en sus resultados.
Según Steele, el director de este estudio, todos somos sensibles a los estereotipos cuando nos movemos en un área en la que se supone que somos menos capaces y demostró como hombres blancos sentían lo mismo al practicar deporte con hombres negros, supuestamente mejor dotados para el deporte.
Los expertos mandan un mensaje a padres y profesores y sugieren en consecuencia que tal vez no baste con tratar igual a los estudiantes para conseguir la igualdad, tal vez sea importante animar de forma extraordinaria a aquellos pertenecientes a colectivos con barreras adicionales, como las niñas en las matemáticas.