Un estudio realizado con recién nacidos demostró que eran capaces de distinguir entre una cantidad grande de objetos y una pequeña, también funcionaba con sonidos. Otro planteado con bebés de tan sólo 4 meses mostró como los niños percibían errores en una suma: Se introducía un objeto en una caja ante la mirada atenta del bebé, a continuación se metía un segundo objeto, después se abría la caja y se mostraba al niño que sólo había un objeto. Los niños se quedaban asombrados, visiblemente sorprendidos ante la incoherencia. Estudios similares se han realizado con niños de educación infantil con resultados parecidos.
Pero no tienes que realizar con tu hijo experimentos científicos para observar que con apenas un año, sus avances en matemáticas son palpables, tan sólo basta con estar atenta. Acompañarle en sus avances sin intervenir en exceso pero ayudándole a poner en palabras lo que va descubriendo está al alcance de todo el mundo y favorecerá su aprendizaje. Veamos algunas situaciones reales:
Xoel era un niño de algo más de un año, un día se fijó en que su madre, que habitualmente no llevaba reloj, ahora tenía uno en su muñeca izquierda. Extrañado señaló la muñeca derecha e hizo un gesto de sorpresa: «no tá», dijo. Su madre le respondió que solo había uno, que había dos manos, pero solo un reloj. Xoel había dado un primer paso para asociar los elementos de dos conjuntos, un pequeño escalón en el proceso de aprender a contar.
Vega tenía 15 meses cuando empezó a señalar detrás de ella en el tren y le dijo a sus padres: «detrás». Su padre asintió y señalando la fila de delante le dijo «delante». Vega estuvo encantada durante el viaje señalando detrás y mostrando su conocimiento. Estaba construyendo conocimientos geométricos y era emocionante.
Julia, con año y medio, tenía un juego de construcciones de madera, con piezas de base circular y otras de base octogonal o cuadrada. Situó la pieza de base circular, un cilindro, en una superficie inclinada y observó como rodaba, después hizo lo mismo con las otras y le fastidió ver que no bajaban.
Juan era un niño de 20 meses que jugando con su abuelo había aprendido la palabra TRES, sin asociarle un valor numérico, solo contando ¡UNO, DOS, TRES! Un día, con un juego de introducir piezas por tres palitos verticales observó que le faltaban piezas y que un palito quedaba vacío: «Mamá, tres», dijo. Empezaba a asociar la palabra con la cantidad.
Experiencias así se viven en todos los hogares, tan solo consiste en observar a nuestros hijos, comentar con ellos las experiencias que viven, poner palabras a sus descubrimientos matemáticos.
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Mi hija con 2 años recien cumplidos me sorprendió un día sacando piezas de construcción una a una contando hasta 10 piezas, otro día jugando con estas piezas poníamos 3, las contaba una a una, entonces quitaba una y contaba 2, volvía a poner la pieza y contaba 3, ahora con 2 y medio lo hace hasta con 5, quién diría que un peque se 2 años puede comprender por sí mismo la suma y la resta?
La verdad es que es sorprendente lo que aprenden, verdad?